Existen dos tipos principales de almacenamiento criogénico: refrigerado y congelado. He aquí una explicación detallada de ambos tipos:
Refrigeración
La refrigeración suele referirse a la conservación de artículos a bajas temperaturas por encima del punto de congelación, generalmente entre 0 °C y 10 °C.
Este tipo de almacenamiento es adecuado para alimentos y artículos que deben conservarse frescos pero no necesitan congelarse por completo, como verduras, frutas, productos lácteos y algunos medicamentos.
La refrigeración puede ralentizar eficazmente el ritmo de crecimiento de los microorganismos, alargando así la vida útil de los alimentos.
Congelado
La congelación es la conservación de artículos en un entorno a baja temperatura por debajo del punto de congelación, y la temperatura de congelación habitual es inferior a -18°C.
La congelación puede reducir considerablemente la actividad de los microorganismos y las enzimas de los alimentos, evitando casi por completo su deterioro y descomposición.
La congelación rápida es un tipo especial de congelación, que consiste en introducir los alimentos en el congelador correspondiente, de modo que la temperatura de los alimentos se reduce rápidamente por debajo de -18°C. A esta temperatura, la actividad biológica de los alimentos se ralentiza, lo que puede evitar su deterioro y fermentación durante mucho tiempo.
Los alimentos que se almacenan congelados, como carne, pescado, helados, etc., pueden conservarse en el frigorífico durante más de 1 año.
En resumen, los dos tipos principales de almacenamiento criogénico, refrigerado y congelado, son adecuados para alimentos y artículos con diferentes necesidades de conservación, respectivamente. Al bajar la temperatura, se puede ralentizar o detener el crecimiento de microorganismos y el deterioro de los alimentos, manteniendo así la calidad y seguridad de los alimentos y artículos.